Como habéis podido conocer a través de algunos medios, desde el 31 de octubre se formó un sistema de baja presión en la zona del Caribe Oriental que comenzó a intensificarse rápidamente, alcanzando el estado de huracán a principios del 2 de noviembre. El huracán Eta alcanzó la categoría 4 en la escala Saffir- Simpson, y se ha convertido en el segundo huracán más fuerte de la Temporada de huracanes en el Atlántico de 2020.
Eta entró sobre las costas nororientales de Nicaragua como una tormenta de categoría 4 el pasado 3 de noviembre, desplazándose lentamente por el norte de Nicaragua y hacia el este de Honduras en dirección noroccidental hacia el noreste de Guatemala y luego hacia el Caribe hasta el 6 de noviembre, disminuyendo a tormenta tropical. Durante su paso, las fuertes lluvias impactaron duramente en comunidades vulnerables, causando la elevación del nivel de los ríos, inundaciones y deslizamientos de tierra en gran parte de América Central, que han impulsado la adopción de medidas inmediatas por parte de los organismos nacionales de gestión de desastres de esos países.
Si bien las autoridades de los diferentes países afectados todavía están determinando el número exacto de personas afectadas y sus necesidades, junto con el número de personas desaparecidas y víctimas mortales, la información que se está difundiendo, tanto oficial como extraoficial, menciona a cientos de miles de personas damnificadas en Centroamérica. El Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) regional estima que los efectos de Eta han afectado por lo menos a 3 millones de personas en toda la región.
Como sabéis, esta emergencia se suma al fuerte impacto que ya está teniendo la pandemia COVID-19 en la región, incrementando aún más las consecuencias sociales y económicas en estos países, y nos interpela a seguir estando atentos y cercanos a las realidades que están viviendo nuestras Cáritas hermanas de Centroamérica, apelando a nuestra dimensión universal de la caridad.
En esta nueva emergencia que converge con la actual pandemia COVID-19, sumado a las vulnerabilidades preexistentes, os animo a no perder de vista a los países empobrecidos que están más indefensos ante las amenazas de los efectos climáticos extremos que afectan a nuestra Casa Común y seguir así promoviendo una solidaridad global. Como nos ha dicho el Papa Francisco: “El cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad. Los peores impactos probablemente recaerán en las próximas décadas sobre los países en desarrollo. Muchos pobres viven en lugares particularmente afectados por fenómenos relacionados con el calentamiento” (LS 25).
Para poder ayudar en concreto a esta causa y aunar esfuerzos, ponemos la siguiente cuenta a su disposición:
Caixa ES76 2100 2208 3002 0025 4904
¡Muchas gracias por su solidaridad!